Con calma, caminando y en paz
- Nicole Rapozo Mejía
- 31 ene 2022
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 4 feb 2022
En una sociedad que constantemente está pasando por transformaciones y experiencias, es agradable presenciar los momentos de calma. Esos donde la definición de “paz” comienza a cobrar sentido en nuestras vidas y logramos entender como cada día debemos tomar la decisión de vivir, ya que si no pasaríamos a únicamente existir en este mundo.
Todas las mañana tenemos la oportunidad de elegir entre la calma o la ansiedad. La popularidad de la segunda opción no equivale a que sea la elección correcta. Incluso, la errónea perspectiva del tiempo y la edad como nuestros peores enemigos no nos pueden llevar a relacionarnos con la ansiedad hasta un punto en que tomemos decisiones impulsivas o menospreciemos los momentos que verdaderamente son importantes.
Ante esto, un cambio de cosmovisión es fundamental. Entender que ambos sujetos (el tiempo y la edad) pueden llegar a ser nuestros mejores aliados nos permitirá comprender como cada pisada que damos vale la pena, es importante y puede llegar a marcar el inicio del mejor capítulo de nuestras vidas.
Entonces, cada momento cuenta. Sí, incluso esos que no subimos a Instragram porque no existe un filtro que los haga representables ante los demás. Cada acción, palabra, pensamiento y sentimiento que tenemos contiene una importancia. El vivir con este reconocimiento no debería ser una carga, sino un honor, ya que son pocos los que llegan a entenderlo en los días de su juventud.

Tomemos las cosas con calma. Acaba de iniciar un nuevo año donde hemos creado memorias, compartido risas y celebrado victorias. Pero así mismo, esta la otra cara de la moneda de la que pocos desean hablar. En tan solo 31 días también hemos llorado, sufrido pérdidas, vivido unas cuentas derrotas y hasta cuestionado si verdaderamente ha iniciado un nuevo año o seguimos viviendo entre el 2020 - 2021.
Para ambos escenario, el consejo sigue siendo el mismo: ¡hay que seguir caminando! No nos detengamos por los momentos difíciles, ya que Dios nunca nos prometió una vida perfecta. Incluso, Él nos advirtió que vendrían las pruebas y las tribulaciones. Pero dentro de esa verdad se encuentra una esperanza indestructible: Él nunca nos abandonará.
Así que, en los momentos donde pensemos que estamos solos, recordemos que eso es solo un sentimiento. La realidad es que Dios siempre ha estado en nuestro pasado, presente y seguirá en nuestro futuro. A través de su ayuda, consuelo y amor es que encontraremos esa calma que el mundo no puede ofrecer. (Juan 14.27).
Sigamos fundamentando nuestro 2022 en la roca firme, busquemos a Dios sobre toda las cosas y veremos como todo lo demás será una añadidura. Las lágrimas se convertirán en risas y sino, en grandes lecciones que podrán ser de bendición para todos los que las escuchen. Así que, tranquilo/a, con calma todas las piezas del rompecabezas llegarán a encajaran a la perfección.
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